Last Saturday, I volunteered as a Medical Interpreter for OSU Hispanic Health Fair in Tulsa, OK. The fair’s objective was to provide screening and basic medical services to the Hispanic community of East Tulsa. The volunteer coordinator provided me with a portable computer and instructed me to conduct a survey, which was designed to assess the mental health needs of the community. I found a little corner where I could interview the subjects in privacy. I addressed each person in Spanish and explained that I was just taking a survey, that I wasn’t a health care provider. I soon wished we had a directory of mental health providers who were fluent in Spanish.
I noticed how easy it was for the surveyees to open up, and share their problems and issues with a complete stranger they just met. I took their answers and tried to move to the next question quickly, but there was always somebody who wanted to share a little bit more. I wonder if their openness was due to the fact that I addressed them in Spanish and the survey was in Spanish.
I thought about the years of talk therapy I have gone through. How lucky I am to be able to communicate my emotions and the strange things in my mind in English! I never needed as much as a medical interpreter to communicate with my psychiatrist.
I worry about Hispanics in general, though, whose mental health needs go underserved, because of the lack of qualified bilingual professionals in the field. With Hispanics becoming the first US minority group by the year 2020, there is an increasing need of bilingual psychiatrists, therapists, counselors, and qualified medical interpreters who can serve this important segment of our population. College students, take note.
El pasado sábado, trabajé de voluntaria como Intérprete Médico para la Feria Hispana de la Salud organizada por la universidad OSU en Tulsa, OK. Esta feria tenía como objetivo proveer chequeos médicos y servicios básicos de salud a la comunidad hispana del este de Tulsa. La coordinadora de voluntarios me entregó una computadora portátil y me dio instrucciones para conducir una encuesta, la cual estaba diseñada para evaluar las necesidades de salud mental de la comunidad. Conseguí un rinconcito donde entrevistar a los sujetos en privado. Me dirigí a cada persona en español y le expliqué que sólo haría una encuesta, que yo no soy una profesional de salud. Pronto deseé tener un directorio de profesionales de salud mental que hablaran español.
Observé la facilidad con la que los encuestados se abrían y compartían sus problemas y asuntos con una completa extraña a la que acababan de conocer. Tomé sus respuestas y trataba de pasar rápidamente a la próxima pregunta, pero siempre había alguien que quería compartir un poquito más. Me pregunté si su apertura tenía que ver con el hecho que yo les hablaba en español y que la encuesta era en español.
Pensé en los años de terapia por los cuales he pasado. ¡Qué afortunada soy que puedo comunicar mis emociones y las cosas extrañas en mi mente en inglés! Nunca he necesitado un intérprete médico para hablar con mi psiquiatra.
Sin embargo, me preocupan los hispanos en general, cuya necesidades en el área de salud mental no son satisfechas porque no hay profesionales bilingües calificados en ese campo. Con los hispanos convirtiéndose en la primera minoría de Estados Unidos para el año 2020, hay un necesidad creciente de psiquiatras, terapéutas, y consejeros bilingües, e intérpretes médicos certificados para servir a este segmento importante de nuestra población. Estudiantes universitarios, tomen notan.