People who grow up in an abusive environment where their emotions are invalidated never learn to control their emotions. Simply, we don’t know how to calm down. For the most part, I can live a pretty normal life, but when stress takes the best of me, my emotional mind takes control and I harm myself in a cruel way.
I go to therapy once a week at the Harbor UCLA Adult Outpatient Clinic. There I learn the skills to regulate my emotions and to improve my interpersonal relationships. I trust that this therapy will help me control the impulses that make me harm myself and contemplate suicide as a solution.
Dialectical Behavior Therapy intends to teach the patient to accept the existence of opposite, but not exclusive behaviors; for instance, the idea that we can radically accept the present moment, and at the same time wish intensely for something different. A great part of this therapy is devoted to the development of wise mind as a balance between the emotional and rational minds.
At the beginning of each session, the facilitator guides the patients through a meditation exercise. This is aimed at learning to be fully aware of the moment, at identifying the reactions of the body to the thoughts.
The idea is to identify when the thoughts produce a reaction and when this becomes chemical, heating the skin, accelerating the cardiac rhythm, perspiring, shivering. I learn to identify the impulse before acting on it during heated discussions or difficult moments. Other positive consequence of meditation is that it helps me tolerate discomfort because it implies acceptance of the present moment without judging or trying to modify it. By experiencing reality as it is, I gain a feeling of wellbeing and a new sense of spirituality. Meditation also helps me to focus, and this in turn, helps me experience life in full awareness.
In only a couple of months, I’ve already taken steps in the right direction. At least I don’t hurt myself or cry for hours. I trust that in a year I have learned to control my emotions without medication. I love the meditation exercises that have been presented so far, and I have started to journal my reflections after each meditation session. I hope to offer my readers these thoughts in my following posts.
Thanks to you all for your support, and for being with me in this journey.
La gente que creció en un ambiente de abuso donde sus emociones fueron anuladas por completo nunca aprenden a controlar sus emociones. Simplemente, no sabemos que hacer para calmarnos. Por la mayor parte yo puedo llevar una vida normal, pero cuando el estrés emocional se lleva lo mejor de mi, me quedo a merced de mis emociones y me lastimo cruelmente.
En la Clínica Ambulatoria para Adultos del Centro Médico Harbor de la Universidad de California en Los Angeles asisto a terapia una vez a la semana. Allí aprendo destrezas para regular mis emociones y mejorar mis relaciones interpersonales. Tengo confianza en que esta terapia me ayude a controlar los impulsos que me llevan a lastimarme y a contemplar el suicidio como solución.
La Terapia de Conducta Dialéctica intenta enseñar al paciente a aceptar la existencia de conductas opuestas pero no exclusivas. Por ejemplo, la idea de que se puede aceptar radicalmente el momento presente, y al mismo tiempo desear intensamente algo diferente. Gran parte de esta terapia se basa en el desarrollo de la sabiduría como un balance entre la mente racional y la mente emocional.
Al principio de cada sesión, se guía al paciente a realizar un ejercicio de meditación. Este tiene como objetivo aprender a estar plenamente consciente en el momento, a identificar como el cuerpo reacciona a los pensamientos.
La idea es que al identificar cuándo los pensamientos producen una reacción y cuándo ésta es química, calentando el cuerpo, aumentando los latidos del corazón, sudando, temblando. Aprendo a identificar el impulso antes de actuar sobre ese impulso durante una discusión acalorada u otro momento difícil. Otra consecuencia positiva de la meditación es que me ayuda a tolerar el malestar porque implica la aceptación del momento presente sin juzgarlo o tratar de modificarlo. Al experimentar la realidad tal como se presenta, gano una sensación de bienestar y una nueva sensación de espiritualidad. La meditación me ayuda a concentrarme, y esto, a la vez, me ayuda a tener plena consciencia de las experiencias de la vida.
He dado pasos positivos en tan sólo un par de meses. Por lo menos ya no me lastimo, ni me encierro a llorar por horas. Confío en que al término de un año haya logrado aprender lo necesario para controlar mis emociones sin necesidad de tomar pastillas. Me encantan los ejercicios de meditación que me han ofrecido hasta ahora, y he comenzado a llevar un registro de mis reflexiones al final de cada sesión de meditación. Espero ofrecerles a mis lectores esas reflexiones en mis próximos blogs.
Gracias a mis lectores por su apoyo, por acompañarme en este travesía.